lunes, 2 de abril de 2012

¡Paren el mundo que me quiero bajar!


He desperdiciado, por falta de tiempo, numerosas excusas para escribir una entrada: las elecciones andaluzas y asturianas, la huelga general, los Presupuestos Generales del Estado...pero de ese poso de temas nunca culminados ha quedado una sensación creciente de Apocalipsis, de que se acerca un final inminente. De que nos encontramos en una de esas trampas, recurrentes de los laberintos, en las que todas las paredes se acercan. Los mayas, vaticinaron que el mundo se acabaría en 2012 y parece que todos nos hubiéramos puesto de acuerdo en que eso sucediera, o hubiéramos acordado nunca estarlo y propiciar su final.

La huelga general se convirtió en realidad en un debate sobre los piquetes y la violencia en Barcelona. En Madrid transcurrió sin incidentes y, de hecho, las calles cortadas me permitieron ver la estatua de Cibeles de cerca, pero no resaltaría nada más de una jornada en la que Gobierno y sindicatos barrían para casa sin disimulo alguno. Los rumores sobre el encendido del alumbrado durante el día en algunas ciudades para "manipular" el descenso del consumo eléctrico (indicador del seguimiento de la huelga) nos acercan más al pícaro Lázaro de Tormes, que a la transparencia que tanto se pretende hoy en día.

Sobre los Presupuestos Generales del Estado parece que todos tienen algo que decir y poco que aportar. Yo solo sigo esperando que nuestro presidente electo reconozca su responsabilidad. No critico sus medidas, ni las defiendo; sólo reclamo que deje de atribuir todo lo que se decide a la herencia del PSOE, o a las imposiciones de Bruselas. Digo yo que alguna iniciativa partirá de él mismo.

Y para iniciativas la Iniciativa Ciudadana Europea, por la que cualquier europeo puede promover legislación en los ámbitos que sean competencia de la Comisión. Pretende construir un espacio de democracia y acercar las instituciones al ciudadano. Pues he aquí mi iniciativa: señores de la Comisión Europea, hagan lo posible para que no se acabe el mundo. A ver si ustedes se aclaran un poco más, porque es evidente que en España andamos un poco perdidos. 

Solo me queda constituir una comisión de siete personas y conseguir un millón de firmas de europeos de, al menos, siete estados. Pero bueno, estarán de acuerdo que de utopías también se vive. 


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